¿Y si nos aburrimos?

Infancia
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Hace unos años, la frase "me aburro" era el pan de cada día. Para quienes ya superamos la barrera de los 30, ese aburrimiento era una puerta abierta a la creatividad. ¿Recuerdas esas tardes en las que un puñado de piezas de Lego se convertía en un castillo? O las aventuras que inventábamos con un balón, una muñeca o, simplemente, explorando el parque/barrio con amistades. Da igual la vestimenta, la altura, las gafas lo importante era las ganas de descubrir: el aburrimiento era ese espacio en el que todas las posibilidades cabían, donde no había etiquetas ni límites para imaginar.

Hoy, sin embargo, parece que hemos declarado el aburrimiento como el enemigo público número uno. Las niñas y niños de ahora tienen las agendas cargadas de extraescolares, las habitaciones llenas de juguetes y tablets, y sus días tan saturados que apenas queda espacio para la espontaneidad.

Y aquí está el problema: ¿a qué precio? ¿Estamos ayudándoles realmente o estamos empujándoles hacia un mundo donde todo está tan predefinido que ni siquiera tienen tiempo para descubrir quiénes son?

Haz memoria: ¿cuáles son tus recuerdos más claros de la infancia? Tal vez eran las travesuras en un parque, ese juguete que siempre llevabas contigo, el primer rasguño de una caída o las historias que inventabas con tus amigos o amigas. Esos momentos no eran solo actividades: eran puntos de conexión, con personas, con lugares y contigo misma o mismo.

Hoy, el hiperestímulo amenaza con borrar esa oportunidad para las nuevas generaciones. Al no tener tiempo ni espacio para aburrirse, niñas y niños pierden la ocasión de explorar su imaginación y de desarrollar vínculos profundos con su entorno. Ya sea una muñeca que se transforma en astronauta o un coche de juguete que se convierte en nave espacial, el aburrimiento siempre ha sido una herramienta para la creatividad y el autodescubrimiento, sin importar nada más que la mirada de complicidad para decir ¡Allá vamos!

Con la Navidad a la vuelta de la esquina, es un buen momento para reflexionar. Los regalos son bonitos, sí, pero tal vez el mejor regalo sea darles tiempo: para jugar, para aburrirse, para conocerse. Porque, al final, lo que realmente importa no es cuántos juguetes hay bajo el árbol, sino cuántos recuerdos significativos podrán atesorar.

En Open Motivation, intentamos incorporar en nuestras actividades lúdicas espacios libres, momentos en los que cada chaval/a puede decidir cómo divertirse. No dirigimos su creatividad, solo la acompañamos. Porque entendemos que ese tiempo sin guion es donde surgen las mejores ideas, donde nacen las risas más genuinas y donde, en definitiva, cada niña y niño aprende a descubrir quién es. ¿Y si nos unimos a ellos y nos atrevemos a aburrirnos un poco? Ahí, puede que esté la verdadera magia.

Jorge Jiménez Cañas

Jorge Jiménez Cañas

Aspiro a participar en el cambio social global mediante el empoderamiento de las personas vulnerables, através de las instituciones públicas y/u ONG cuyo ámbito sea la cooperación internacional para el desarrollo y la ayuda humanitaria.

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